Jueves Santo: Cristo del Perdón y Virgen de la Amargura.

Jesús fue un profeta itinerante que compartió con todos. Comía con los pobres, se le acercaban los pecadores socialmente discriminados, admitía entre sus seguidores a mujeres, valoraba el buen corazón de los samaritanos, y sus acciones de sanación beneficiaban también a los extranjeros. Compartía con los ricos liberándolos de su codicia y arrogancia. Su invitación era clara: “vende todo lo que tienes y dalo de limosna a los pobres”. Pero los soberbios arrogantes quedaban desconcertados al ver a Jesús compartiendo con los pobres y pecadores legal y religiosamente indeseables.

En la última cena expresó su voluntad, lo que daba sentido a su vida y a su muerte, con el gesto simbólico de compartir el pan y el vino, “mi carne y mi sangre”, su estilo de conducta. Tras la muerte de Jesús y acompañadas de su Espíritu, las primeras comunidades cristianas entendieron que Jesucristo derribó los muros de separación entre los pueblos, y en la nueva comunidad ya no hay “judío y gentil, hombre y mujer, amo y siervo”. Como discípulos de Jesús todos los bautizados participan el único Espíritu y cada uno debe ser totalmente para los demás.

Fr. Jesús Espeja Pardo

Virgen de la Amargura Jueves Santo Pozoblanco