El 11 de febrero de 1673 se instituía en Córdoba la Congregación Hospitalaria de Jesús Nazareno nacida bajo la inspiración y el carisma del Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina y al amparo de la devoción que profesaba a la Imagen de Jesús Nazareno, Titular de la Hermandad cordobesa del mismo nombre fundada más de ochenta años antes. Como afirma el prestigioso historiador D. Juan Aranda Doncel, es un caso único en el orbe cofrade el que una Congregación religiosa tome el nombre de la Imagen Titular de una cofradía.

Siguiendo el ejemplo de ese Jesús Nazareno que lleva en su Cruz las pesadas cargas que le echamos todos nosotros, el Beato Cristóbal quiso llevar sobre sus hombros las cargas de los más desfavorecidos de su tiempo en la ciudad de Córdoba. Y de ahí hasta el presente, esa labor que él comenzó ha seguido dando frutos, sumando hombros sobre los que aliviar cargas y necesidades de cada momento. Y su labor no se quedó sólo en Córdoba, sino que la trajo a Pozoblanco, donde ya estaba también la Hermandad de Jesús Nazareno, y de aquí a Montoro, Hinojosa, su Mérida natal y otros muchos puntos de España y del extranjero en los que, hoy en día, el carisma del fundador sigue muy presente.

Pedimos a Jesús Nazareno que cuide a las Hermanas, que las ayude a seguir adelante con su impagable labor y que surjan vocaciones que mantengan y refuercen la presencia de la Congregación. En los tiempos que corren, las necesidades siguen siendo muchas y es imprescindible que siga habiendo quienes dediquen su vida a paliarlas. El ejemplo del Padre Cristóbal continúa vigente.