USOS Y COSTUMBRES. Ayer celebramos con los Ancianos de Jesús Nazareno la costumbre alegre de la «fiesta de las gachas», que se mantiene de generación en generación. Esta costumbre parece rendirle tributo a San Diego de Alcalá, apodado tradicionalmente «el gachero». San Diego de Alcalá asistía a los contagiados en la epidemia romana del año 1450 dándoles un plato pobre de gachas con que aliviar sus necesidades.
Parece que pudiera haber venido al convento franciscano de Pedroche. Dice una leyenda que existió una ermita dedicada a San Diego en el camino a la Virgen de Luna. Se cuenta que le denominaban «el novio de la Virgen de Luna», en cuyo Santuario está su imagen, junto con la de Santa Lucía, en un altar fuera del presbiterio. Y es digno de mención el llamado Pozo de San Diego ubicado en el camino a la Virgen de Luna.
Ayer, antes y después de comernos las gachas exquisitas, que Carmen, la cocinera de la Santa Casa, había elaborado para celebrar la fiesta, jugamos a las «prendas», cantamos de viva voz, y bailamos, como nos han contado los Ancianos de Jesús Nazareno que se ha celebrado siempre la fiesta cuando no había los medios técnicos de los que hoy disponemos. Así celebramos la «fiesta de las gachas» a la antigua usanza. Hoy en día, «las gachas» es un postre cuya receta es conocida y sabida de memoria por los naturales de Pozoblanco y de Los Pedroches. Y se comen en la celebración de esta fiesta, o cuando apetece endulzarse la vida cualquier día o noche de otoño e invierno aunque no sea 12 de noviembre, onomástica de San Diego «el gachero».
(Texto basado en la lectura de «La Vida tradicional en Los Pedroches», y «La Virgen de Luna, vivencia y dato histórico», de Manuel Moreno Valero. Y, en el «Recetario», publicado con motivo de las Jornadas de Gastronomía Local, Iª, celebrada en la Casa del Pozo Viejo en febrero de 1998].