ADORNOS DE UNA CRUZ
«Como oraciones blancas parpadean las flores de papel sobre lo oscuro. La sábana del cielo se arrodilla junto al fulgor de la cruz. Flotan los pétalos, los ramos temblorosos de vainilla, los encajes y bordados, la ternura que las mujeres de Añora han hilvanado sobre el granito sobrio y solitario. Todo era pobre hasta hace unos momentos (carne de piedra desnuda, tonos grises) pero ahora el blanco se alza y fulge en la honda noche. Las gentes que se acercan hasta la cruz quedan perplejas ante el resplandor sagrado que envuelve, como un halo, su sosiego. Suenan murmullos, cantos, risas, por la calle, arde el silencio y, en las flores de la cruz, sigue la noche derramando sus luciérnagas. Ya todo es blanco; el bello árbol de la cruz, abre sus brazos al infinito, hacia lo eterno». (Del libro «Cruces de Añora: Paisaje en el tiempo», de Alejandro López Andrada).
Así, esta tarde los Ancianos de Jesús Nazareno han rendido homenaje en la Santa Casa a la fiesta de las Cruces de Añora, y a sus gentes sabias, «de alma enraizada en su pueblo natal, que han sabido sacar adelante el legado de sus antepasados».