<<SIEMPRE HAY UN ESPACIO Y UN TIEMPO PARA REFLEXIONAR Y ENCONTRAR LA MÚSICA QUE ALIMENTA EL ALMA…>>

Patricio Cruz Garrido llegó ayer por la tarde al Santo Hospital acompañado de Felicia, su esposa. Pidieron el favor de entrar a la Capilla: lo primero: un encuentro íntimo ante la bendita imagen de Jesús Nazareno. Así lo hicieron: «tomaos el tiempo que necesitéis. Sin prisa».

Los Ancianos esperaban, mientras tanto, la declamación, la recitación de sus versos: poemas a la Virgen de Luna; a las personas mayores; y la de algunos poemas de la mejor Poesía española del siglo XX: «La nacencia», de Luis Chamizo; «Muerte de Antoñito el Camborio», de Federico García Lorca; «Elegía» (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería), de Miguel Hernández; etcétera…

La definición del verbo declamar así lo expresa: recitar el verso con la entonación, los ademanes y el gesto convenientes. Así lo expresa, igualmente, Patricio, y canta el verso al recitarlo poniéndolo en nuestras almas deleitadas directamente. Y las emociones a flor de piel. Y los aplausos, al terminar el recital, que no cesaban. Es un artista generoso, Patricio Cruz. Y la alegría y el agradecimiento de los Ancianos por haber compartido con ellos la tarde otoñal: una ventana de esperanza, alegría y entusiasmo para afrontar la cotidianidad con firmeza.

Después, quiso Madre Iluminada, superiora de la Congregación, enseñarles las dependencias de la Santa Casa. Y, acompañados de María Carmen Fernández, presidente de la Hermandad de Jesús Nazareno, visitaron la Sede y la Sala de Exposición de los enseres y túnicas de Jesús Nazareno. En recuerdo, les entregó el libro de Juan Aranda Doncel: «La Hermandad de Jesús Nazareno de Pozoblanco (1605-2005)», editado con motivo de la celebración del IV Centenario de la fundación de la Hermandad.

<<… A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañeros del alma>>. Hasta pronto, Patricio y Felicia.

Grupo 4-11