NOVIEMBRE, EN CIERNES.
Dice Manuel Moreno Valero, cronista oficial de Pozoblanco, en un artículo sobre las «costumbres acerca de los difuntos en Los Pedroches (Córdoba)», escrito hace unos años para una revista de Antropología, que recogió en su cuaderno de campo una oración de los labios de una persona piadosa que la rezaba, y la había aprendido de su abuela, que, a su vez, la rezaba cuando un familiar o vecino estaba en el momento de expirar. Otras personas la rezaban cuando oían tocar a agonía las campanas de la iglesia de Jesús Nazareno: <<No sé la cuenta que con Dios pasa. Sólo sé que en el cielo han de entrar puras las almas. El purgatorio, Dios mío, tomara de buena gana, sólo por purgar en él los méritos que me faltan. Dame, pues, el purgatorio para que, purificada, vaya mi alma a gozar a la celestial morada…>>
Las tradiciones tocantes al contexto de la muerte han ido desapareciendo en las sociedades industrializadas. No obstante, hay lugares donde se han preservado, hasta no hace mucho tiempo, numerosas costumbres que dan cuenta de la riqueza de relaciones sociológicas y simbólicas que se tejían en torno a los difuntos, sigue diciendo Manuel Moreno Valero en este particular aspecto de la cultura de los pueblos de la Comarca.
Estas tradiciones se han perdido hoy por hoy en Los Pedroches. Pero los Ancianos de Jesús Nazareno las recordaban ayer y las traían a la actualidad, intactas en su memoria: «Devoción secular a las ánimas benditas»; «Preparación cristiana para la muerte»; «Día de la muerte»; «La avisadora»; «Tocar la agonía y llamada»; «Invitar a las misas»; «La rezadora»; «Los lutos»… etcétera
Nuestros Abuelos son como libros abiertos de par en par. Y es un deleite sentarse junto a Ellos a escucharlos sin prisa.