<<  ¿QUÉ  TENGO  YO  QUE  MI  AMISTAD  PROCURAS?  ¿QUÉ  INTERÉS  SE  TE  SIGUE,  JESÚS  MÍO,  QUE  A  MI  PUERTA,  CUBIERTO  DE  ROCÍO,  PASAS  LAS  NOCHES  DEL  INVIERNO  OSCURAS? >>

Entre las rimas sacras que escribió Lope de Vega es famoso el soneto que comienza con estos versos que expresan, a nuestro humilde entender, la supuesta presencia de Jesús apostado a la puerta.

Ayer iniciamos la sencilla andadura del Grupo de Lectura con esta imagen poética de Jesús de Nazaret apostado a la puerta del salón de la Santa Casa como oración popular, alejada de toda afectación, asimilable a la que se  expresa en la parábola evangélica del buen pastor.

Queríamos expresar, en común, la sinceridad de nuestros sentimientos, manifestar ciertamente que no son nuestras «entrañas duras, pues no te abrí», como escribe Lope en el segundo cuarteto del citado soneto.  Queríamos ver «con cuánto amor llamar porfía». Y afirmar, ayer, con estos versos, que tenemos la puerta abierta. Y somos agradecidos.

¡ENTRA!