A CARMEN RODRÍGUEZ : Hay en tu ser una luz viva que se encuentra en tu inmenso corazón.

Lo que hoy escribimos en cursiva es intencionadamente, pues en letra cursiva y subrayados dentro, muy dentro, en nuestro interior, tenemos los sentimientos piadosos, misericordiosos, de amor al prójimo, de perdón, compartidos, sobre todo, en estos días en que participamos del aroma espiritual de las tradiciones ancestrales de la Hermandad de Jesús Nazareno. Herencia de nuestros Mayores que queremos saber transmitir bien a nuestros Hijos.

Afirma Carmen que «en tiempo de crisis respiremos Esperanza». Ella respira, lo sabemos bien, «el buen olor de Cristo». ¡Qué suerte tenemos de Tenerte! Y recita Carmen: «Déjame entrar, Señor, que tengo prisa, que he de volver a un mundo apresurado, inmerso en la ambición y en el pecado, huérfano de la luz y de la risa. Déjame entrar, que mi dolor precisa hacer un alto en el camino andado; porque tengo, Señor, de tan cansado, el gesto vago y la virtud remisa. Déjame entrar, Señor, sólo persigo pararme un rato, recobrar la calma, pensar un poco y dialogar contigo. Soy el mismo de ayer, tu viejo amigo: déjame entrar a confortarme el alma; luego, Señor, cuando queráis… prosigo». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

Grupo 17-3-2010Dicen que las personas entran a tu vida por una razón, por una estación o por una vida entera. Esta tarde de miércoles hemos estado reunidos un Grupo de Personas en el Santo Hospital: con los Ancianos de Jesús Nazareno Ana compartía, emocionada, sus sentimientos vividos la noche anterior «vistiendo a Jesús Nazareno» ayudada de su familia, de su marido, de sus dos hijos que aprenden de sus padres la devoción. Personas, sólo personas, comprometidas con personarse ante los demás y con los demás; con los otros, con el próximo o prójimo. Personas, esta tarde, emocionadas con Ana. Emocionadas con las oraciones de Carmen.

Es Él quien nos ha traído.