«La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre», afirmaba el escritor norteamericano, premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway (1899-1961).
Entre el voluntariado de la «Santa Casa» de Jesús Nazareno hay gente buena y alegre o, quizás, alegre porque es buena, si se piensa un poco; o, sencilla y naturalmente, gente buena y alegre al mismo tiempo, como creo que es el caso. Por estas virtudes excelentes y por otras más, acompañadas de buenas razones y de sentimientos buenos, ayer pasamos una tarde buena y alegre con los Ancianos de Jesús Nazareno, porque queremos a las personas como a nosotros mismos sin mirar su condición.
Aquellas razones de fe y de vida mitigaron el dolor rebelde que nuestro corazón soportaba, en silencio, por la muerte violenta de una persona inocente e indefensa ante actitudes y sentimientos negativos, que jamás debemos dejar anidar en nosotros.
En cualquier caso, pusimos, ante ÉL, teniéndolo más cerca, los acontecimientos del día.