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La Capilla del Santo Hospital se llenó para acoger el esperado acto de «Pregones y Sentencias en la provincia de Córdoba». Sonidos ancestrales y ritos antiguos resonaron entre las paredes de la capilla transportándonos a la madrugada del Viernes Santo de Castro del Río y a los días de Pasión de Doña Mencía.

La mañana comenzó con otro imprevisto pues D. Juan Aranda Doncel nos llamaba a primera hora para comunicarnos que una inesperada indisposicón le impedía trasladarse hasta Pozoblanco para participar en el evento; aún así el acto se desarrolló con brillantez y fue seguido con expectación e interesada curiosidad por todos los presentes.

El Secretario de la Hermandad, D. Rafael M. Sánchez Luna, actuó de presentador y, tras dar la bienvenida a los asistentes, cedió la palabra a D. José Luis González Peralbo, profesor de historia y amigo de D. Juan Aranda, quien amable y generosamente respondió a nuestra llamada llena de premura y expuso la ponencia que el Sr. Aranda había preparado para la ocasión situando el nacimiento de las hermandades de Jesús Nazareno en la diócesis cordobesa y explicando cómo posteriormente, influidas por la estética barroca, se fueron incorporando a las procesiones los pregones, diferentes instrumentos musicales, figuras bíblicas como las Síbilas, las Niñas de Jerusalén o los Apóstoles, así como el acompañamiento de soldadesca, todo ello con el fin primordial de ayudar a la evangelización del pueblo por aquel entonces mayoritariamente inculto.

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Tras la conferencia, intervinieron los Pregoneros de Jesús Nazareno de Castro del Río quienes cantaron la llamada «Sentencia mala» y la «Confortación del Ángel o Sentencia buena». Pudimos comprobar cómo en el primer caso bastantes versos son idénticos a los que escuchamos en la madrugada del Viernes Santo pozoalbense siendo la forma de cantarlo lo que más los diferencia. D. Francisco Salido Mármol y D. José Villegas Villegas atesoran un patrimonio musical importantísimo para la historia de su pueblo que nos volvieron a mostrar cantando distintos tipos de saetas que se han conservado en Castro del Río y que difieren en su melodía según se canten a Jesús o a la Virgen. En esta parte saetera cantó también D. Juan Luis Navajas y D. Francisco Morales explicó pormenorizadamente la historia y las diferencias de los tres tipos de saetas autóctonas de ese pueblo.

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A continuación, hicieron acto de presencia los componentes de la Cofradía de Evangelistas y Pregoneros de Doña Mencía. Los cuatro Evangelistas, tres «trompetas burlonas» y diez pregoneros nos trajeron su peculiar estilo de cantar los pregones que ellos hacen en la mayoría de los desfiles procesionales de su localidad en los que las figuras bíblicas correspondientes escenifican también los pasajes evangélicos que representan las imágenes de cada una de sus cofradías, como el lavatorio de manos, los azotes a Jesús, el beso de Judas, el prendimiento o el descendimiento, mientras los cuatro Apóstoles van escribiendo en sus libros todo lo que sucede. Los sonidos de las «trompetas burlonas» acompañaban el final de cada pregón llenando la iglesia de melodías ancestrales. Sorprendente y desconocida, aunque ya ha dejado un poco de serlo, al menos para los que estuvimos presentes en este acto, Semana Santa de Doña Mencía.

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Finalmente, nuestra Presidenta agradeció a todos su participación y junto a la Hermana Mayor entregó a los participantes un pergamino de recuerdo y las distintas publicaciones que editamos con motivo del IV Centenario de nuestra Hermandad.

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Creemos sinceramente que el esfuerzo de organización ha merecido la pena, a pesar de los imprevistos, y que actos como éste engrandecen a nuestras cofradías y, sobre todo, sirven para estrechar lazos de amistad y de convivencia entre nuestros pueblos.

Por último, ya en nuestra Casa de Hermandad, disfrutamos de unos excelentes «tomates guisaos», plato típico de la cocina menciana, de una magnífica paella que prepararon dos expertos que tenemos en la cuadrilla de costaleros todo ello regado con unos magníficos caldos de bodegas de Doña Mencía y un rosoli casero preparado especialmente para la ocasión. Y a los postres pudimos revivir el ambiente «cuartelero» de Castro del Río con saetas que surgían espontáneas a las que contestaban los pregoneros mencianos con sus peculiares cantos. Sin duda, fue un día inolvidable.